Cuando mi mamá y mi papá se separaron empezó una nueva vida para todos nosotros. Ya no había reglas tan estrictas en la casa, yo podía acomodar mis días sin pedir tantos permisos. Incluso mi mamá me prestaba su auto para ir a cursar y para ir a la casa de mi novio. Hasta estaba permitido que me quede a dormir allá. Recuerdo ir a la casa de él en el auto escuchando un compilado de música especialmente descargada de internet para ser cantada a los gritos. Era una felicidad indisimulable.
Por esa época yo cursaba cuarto año de medicina y mi amor por la carrera había renacido junto a las buenas notas. Las cursadas eran cada día más interesantes, habíamos armado un grupo de estudio que pronto se transformó en un grupo de amigos increíble. Hasta hacíamos guardia juntos en el hospital de Gonnet.
Repartía mis días entre estudio, cursadas, novio, MSN y fotolog. Para mitad de año todo estaba tan bien que decidí buscar un trabajo de medio tiempo, ahorrar e irme a vivir sola.
Pero en realidad yo estaba acostumbrada a vivir con esas reglas, y sentía que todo ese fin de semana eterno estaba bueno pero que necesitaba ordenarme. Yo no era la única que descubrió un nuevo mundo, mis hermanos y mi mamá también. Pero yo estaba tan inmersa en mis cosas que nunca supe bien qué hacían ellos...
Terminé ese año con una cursada exitosa, un montón de amigos nuevos y un noviazgo afianzado, y durante el 2006, mientras cursaba quinto año de medicina trabajaba 3 veces por semana como camarera.
Para mediados de ese año ya había juntado algo de plata y salí a buscar una casa para mí. Era lo único que me importaba. No se trataba de contar con un espacio que no tenía, de hecho iba a renunciar a muchas comodidades, pero yo necesitaba irme.
Vi sólo dos departamentos antes de encontrar el mío. Cuando me mostraron el monoambiente con patio delantero en la zona de la parque Saavedra a $400 mensuales no lo dudé, lo reservé en ese momento. El día que me dieron la llave mi mamá me acompañó a comprar cosas de limpieza y limpiamos a fondo. Y le dije que ya no pensaba volver, me quedaba ahí, sin gas, con apenas un colchón en el piso y un paquete de chicitos. No necesitaba nada más.
Ni me despedí de mi casa, ni de mis hermanos. Huí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario